
GRANDBROTHERS+LYCORISCOLIS
MÚSICA DE OTRA PARTE
26.11.25 / Razzmatazz
La noche comenzó envuelta en un silencio expectante, de esos que anuncian que algo está a punto de ocurrir y que, cuando por fin sucede, transforma el lugar. En el escenario, apenas iluminado por un resplandor tenue, LYCORISCOLIS fue el primero en reclamar el espacio. Su propuesta de electrónica minimalista abrió el concierto como quien levanta lentamente un velo.
Cada capa sonora surgía como un brote nuevo: pads que se expandían, pulsos graves que latían con suavidad y líneas melódicas que parecían escribir pequeñas rutas luminosas en el ambiente. El público, inicialmente inmóvil, fue dejándose arrastrar hacia ese estado intermedio entre vigilia y ensoñación que el japones sabe construir con precisión quirúrgica.



Cuando las luces se apagaron para dar paso a GRANDBROTHERS, la transición se sintió como el paso de un bosque nocturno a un templo en movimiento. El dúo suizo-alemán venía a presentarnos su último trabajo “Elsewhere” de 2025 junto a su inseparable piano intervenido, un instrumento que esta vez sonó casi como un organismo vivo: cuerdas percusionadas, martilleos microscópicos, vibraciones que ampliaban el rango natural del piano hasta llevarlo a terrenos casi industriales.
La primera pieza creció desde un motivo rítmico contenido, marcado por los dispositivos mecánicos adheridos al piano, hasta estallar en un torrente de armonías que llenó la sala con una claridad casi cinematográfica. Grandbrothers no se limitó a tocar: esculpió el sonido. Cada tema era un paisaje en constante cambio, construido a partir de repeticiones que no se desgastaban, sino que adquirían nuevas formas según avanzaban.
A mitad del concierto, el dúo encontró su punto más alto: una sección en la que las pulsaciones electrónicas se fundieron con el piano preparado hasta volverse inseparables, como si la máquina y lo acústico hubieran llegado a un acuerdo tácito para respirar al mismo tiempo. El público respondió con una atención absoluta, ese tipo de silencio que no es vacío, sino reverencia.
Cuando se encendieron las luces, pocos querían moverse despidiendo a los dos músicos con una gran ovación. La música de este joven dúo no solo llenó el espacio; lo transformó.


Fotos y texto: Manu Carmona




